El balance político del año que termina
Se acaba el 2014 y entramos al 2015, últimos doce meses efectivos del gobierno del Presidente Humala, ya que desde fines del año que viene y los primeros meses del 2016, la campaña electoral enrarecerá cualquier intento de hacer un balance desapasionado del panorama político local. Recordemos cuales han sido los vaivenes del año que termina en ese escenario.
Terminado ya el tema del pretendido indulto para Alberto Fujimori (aunque hubo y hay aún algunos pataleos en ese sentido, pero ya sin fuerza para mantener a flote ese cadáver), el 2014 ha sido signado por varios hechos que han amenizado la política del país:
La campaña electoral municipal, los lazos de corrupción que han salpicado a este régimen por los casos de López Meneses, Rodolfo Orellana y Martín Beláunde; la inseguridad que vivimos, incluso con antes impensadas pruebas de sicariato, mientras el Ministro del sector, Daniel Urresti, desbarra a diario debido a un excesivo afán de protagonismo; y recientemente, la indignada protesta juvenil por la aprobación de una ley que pretende regular el empleo de la masa menor de 25 años, recortando derechos y beneficios que le son inherentes a todos los peruanos.
Sobre la elección municipal poco puede decirse ya. Ha habido análisis para todos los gustos, de todos los matices. Susana Villarán tentó una reelección, envalentonada por no haber sido revocada un año atrás, pero fue derrotada clamorosamente por el ex burgomaestre al que investigó y trató de responsabilizar de todos los males de Lima, Luis Castañeda Lossio.
El líder de Solidaridad Nacional quedó quinto en la última elección presidencial, dándose cuenta que su única posibilidad de destacar en la política era ganando la Alcaldía capitalina. Los cuestionamientos que se le hacen no han sido del todo levantados, pero su votación ha sido arrolladora, y volverá a ocupar el sillón de Nicolas de Ribera.
Párrafo aparte merece la performance de Enrique Cornejo, el candidato del Partido Aprista. Ninguneado por su propio líder, Alan García (a todas luces más simpatizante de Castañeda que del abanderado de su partido), y con el concurso de jóvenes militantes contestatarios, un discurso eminentemente técnico pero bien diseñado y explicado, y una imagen alejada de actos de corrupción, se lució en todos los debates (el organizado por el Colegio de Periodistas de Lima fue de lejos el mejor), y quedó segundo.
La Comisión del Congreso encargada de investigar los nexos del ex operador montesinista Oscar López Meneses con el actual gobierno (habida cuenta que dicho personaje es indudablemente harto conocido de la pareja presidencial) ha sido, si se quiere, la mesa de trabajo de este tipo más accidentada de la historia en el primer Poder del Estado, y el susodicho hace lo que quiere con ella, mientras el mandatario se embarra lamentablemente cada vez más, al calificarla de “mamarracho”.
Los vínculos de López Meneses y de Martín Belaúnde con Ollanta Humala y Nadine Heredia son innegables, como los de Rodolfo Orellana con Benedicto Jiménez y una red de corrupción aprista paralela a la de Rómulo León y Alberto Químper con los petroaudios y otras perlas. Ningún favor le ha hecho al régimen ni a la pareja presidencial negarlos, querer distraer a la opinión pública con psicosociales o, peor aún, pretender boicotear las pesquisas a través de su Ministro de Justicia.
Daniel Urresti será, sin duda, uno de los personajes del año. Eso es lo que él quiere. Pero no será positiva esa designación, ya que no tiene la astucia de la que hacía gala el recientemente fallecido Chapulín Colorado de Chespirito. Sus intentos de ganar primeras planas y mediatizarse más que el propio Jefe de Estado, a la vez que el no exhibir resultados concretos en la lucha contra la delincuencia, han tenido el efecto de un boomerang, y si el gobierno quiere mejorar su imagen de cara al próximo año, es hora que se sacudan de él.
Los últimos errores de un ya largo rosario de éstos, han sido convertirse en brutal represor de la juventud que protesta justa y pacíficamente por una ley que no les es conveniente, y ponerse “pico a pico” con el abogado de los líderes senderistas y representante del MOVADEF, Manuel Fajardo. Ambos son imperdonables.
El figuretismo lo hizo tropezar esta vez, casi ad portas de terminar el año. Enterado por las redes que había una exposición dizque “artística” de los apologistas de la subversión, no se le ocurrió mejor idea que aparecerse ahí para gritarles que son “terrucos”, sin medir que lo que el MOVADEF quiere es precisamente esa exposición mediática, y son campeones en ella, incluso antes que Urresti soñara siquiera con ser policía.
Sin orden de cateo, documento judicial que lo ampare, y ridiculizado al dar tribuna para que se le llamara represor de la juventud, hasta es probable que el Perú tenga que afrontar una demanda internacional, a la que son tan afectos los personajes a quienes fue a provocar. Y encima ha sido declarado persona no grata por los periodistas, a los que sus tropas (como llama a los policías) apalean sin razón alguna o les decomisan sus cintas o cámaras.
Finalmente sobre la motejada “Ley Pulpín” ya el Ejecutivo ha tenido que dar marcha atrás pese a que sus voceros más representativos (Nadine Heredia, Ana Jara, Daniel Abugattás y Fredy Otárola) habían jurado que se aplicaba y punto. El pueblo salió a las calles. Ese mismo pueblo que, con temor ante lo que pudiera hacer el fujimorismo de volver al poder, depositó su confianza y esperanza en un régimen que prometió no caer en el extremismo chavista, pero que de tanto que se fue al otro extremo, termina pareciéndosele.
Veremos que nos trae el 2015. Feliz Año Nuevo, Perú.