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Uchuraccay: 32 años despúes se sabe la verdad

Revelador testimonio de dos periodistas investigadores

Aquel 26 de enero de 1983, señala Víctor Tipe, no importaba que varios de los periodistas fueran quechua hablantes. Habían llegado a pie y los comuneros tenían una consigna, una licencia de impunidad: matar a todos los que arribaran caminando. Un grupo fue a increparlos envalentonados por el alcohol y por el miedo a la venganza. Jorge Sedano abrió su maletín para enseñar su cámara, pero estaba envuelta en una franela roja, y vino el primer golpe, de necesidad mortal. Ya nadie escuchaba nada. Bajaron de los cerros casi un centenar más de pobladores, y les dieron muerte a todos.

Javier Alejandro Ramos

Publicado: 2015-01-23


El libro “Uchuraccay, el pueblo donde morían los que llegaban a pie” de los periodistas Victor y Jaime Tipe Sánchez, presentado en el marco de la conmemoración por los 32 años de la masacre ocurrida en ese poblado ayacuchano, trae importantes revelaciones, fruto de un riguroso trabajo de investigación de más de dos años, y de alrededor de 90 testimonios nuevos sobre un hecho que enlutó a la prensa nacional y mundial en 1983.

La publicación, minuciosa y emotiva, revela que los 8 periodistas y el guía asesinados por los comuneros de Uchuraccay, llegaron al poblado en un momento de extrema convulsión, no sólo por el caso de los 7 senderistas ultimados en Huaychao por los campesinos de esa comunidad una semana antes (hecho que fue saludado por el propio ex Presidente Belaúnde), sino porque en el mismo Uchuraccay, el 22 de enero, los pobladores ejecutaron a cinco miembros de SL que habían arribado, tal como dan cuenta los despachos de Eduardo de la Piniela, Jorge Sedano y Luis Mendívil en El Diario de Marka, La República y El Observador.

Lo que no imaginaban los periodistas, obsesionados por descubrir qué pasaba realmente en Ayacucho, donde se había instalado poco antes un Comando Político Militar a cargo del General EP Clemente Noel, era que la población de Uchuraccay se encontraba sensibilizada por el reciente crimen que habían cometido, que esperaban una venganza de parte de SL, que tenían dos días bebiendo para sacarse de sus cabezas el horror de su sanguinario acto, y que habían sido instigados por los militares para que maten a todo el que llegara a pie, ya que ellos lo hacían en helicóptero.

La obra esclarece además muchos misterios guardados por tres décadas. Uno de ellos está referido a uno de los responsables de los hechos terroristas en la zona contra las poblaciones campesinas, llamado Miguel Figueroa Morales, que vive aún, presumiblemente en el VRAE bajo otra identidad.

Y el otro, más espeluznante aún, desmitifica la versión de que hubo “infiltrados” de las Fuerzas Armadas en la masacre de los periodistas y el guía Juan Argumedo. El libro señala como autora de esta desinformación a Juana Lidia Argumedo, hermana del guía, que ante la Comisión Vargas Llosa intentó sembrar la especie de que había “extraños”, sindicando a Olimpio Gavilán, joven del poblado que había llegado de Lima con ropas de la capital, y a quien los militares conocían.

¿Cuál fue la razón de esta desinformación? Según los autores del libro, hay pruebas más que suficientes que demuestran que la señora Argumedo era militante de Sendero Luminoso (más no el guía como luego quiso señalarse, y que era medio hermano de uno de los periodistas asesinados, Octavio Gavilán) y había participado en incursiones subversivas en los poblados ayacuchanos llevando la “lista” de los comuneros representativos opuestos a SL, para que sean ejecutados.

Aquel 26 de enero de 1983, señala Víctor Tipe, no importaba que varios de los periodistas fueran quechua hablantes. Habían llegado a pie y los comuneros tenían una consigna, una licencia de impunidad: matar a todos los que arribaran caminando. Un grupo fue a increparlos envalentonados por el alcohol y por el miedo a la venganza. Jorge Sedano abrió su maletín para enseñar su cámara, pero estaba envuelta en una franela roja, y vino el primer golpe, de necesidad mortal. Ya nadie escuchaba nada. Bajaron de los cerros casi un centenar más de pobladores, y les dieron muerte a todos.

Uchuraccay es una herida abierta aún para los periodistas peruanos, un caso no cerrado totalmente, y la obra de los hermanos Tipe arroja nuevas luces sobre lo ocurrido, y se convierte en nuevo punto de partida para investigaciones correctas sobre los hechos que desangraron al país en la década de los 80.


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jaramos

Periodista y Webmaster Gerente de EVERYTHING NETWORK GROUP Director de los Blogs "Los Puntos sobre las Jotas", "Comunicando" y "NoJodas.pe".


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Los Puntos sobre las Jotas

Tema de cine, políticos, de entretenimiento y discusión. Opiniones muy personales con deseos de ser compartidas y debatidas con respeto